lunes, 25 de mayo de 2015

Paar am Tisch (Pareja en la mesa) - Otto Mueller





Otto Mueller (1874-1930) fue uno de los grandes pintores expresionistas alemanes que vivieron los años de esplendor del arte en Alemania durante las tres décadas del periodo comprendido entre 1900 y 1933 lo que le permitió asistir y participar de todas las corrientes y movimientos que fueron apareciendo durante ese periodo por lo que podemos afirmar que, conoció el final de lo que se dió en llamar el impresionismo alemán, vivió la desaparición del simbolismo, tomó parte en la creación de la "Neue Sezession" berlinesa entrando a formar parte  en 1910 del grupo conocido como "Die Brüke" (El Puente), se relacionó con los integrantes del movimiento "Der Blaue Reiter" (El Jinete Azul) y asistió, al término de la guerra, al nacimiento del nuevo expresionismo crítico alemán conocido como la "Neue Sachlichkeit" (Nueva Objetividad), movimiento que desaparecería con la llegada al poder del nacional socialismo en 1933, tres años después de su muerte.

Todas estas corrientes no parecen variar de una manera visible la pintura de Otto Mueller cuya obra vendrá caracterizada, por su representación de paisajes arcadianos poblados de figuras desnudas que corretean, se bañan o descansan en parajes idílicos cargados de sensualidad en los que reina la paz y el amor. Esa sensualidad y erotismo la plasmará a través de esas mujeres desnudas que pueblan sus cuadros. La mujer estará siempre presente en su obra y alguna de esas mujeres pintadas por él llegará a decir que Otto, en realidad, "no necesitaba una mujer pues él había destinado toda su sensualidad a su arte."

La mujer que así opinaba se llamaba María Meyerhofer, más conocida por Maschka, apodo con el que Otto Mueller bautizaría a esta joven después de conocerla a finales de 1899 en Dresde, localidad en la que él acababa de montar su estudio ese mismo otoño. La obra de Otto Mueller y la exótica figura de esa mujer de aspecto agitanado irán íntimamente ligadas hasta el final de sus días.

Casados en 1905, ella se convertiría en su musa y su único modelo una vez que él decidiese prescindir de las modelos profesionales siendo reconocible en muchos de los cuadros de doble retrato, como el que hoy vemos en este blog, en los que Otto Mueller aparece autorretratado junto a ella y otros en los que el propio artista identifica a su esposa en el título del cuadro como es el caso de su "Maschka Tanzend" (Maschka bailando,1903), "Brustbild Maschka" (1912) o "Maschka mit Maske" (Maschka con máscara, 1919) (Ver). Sin embargo, en la inmensa mayoría de las obras pintadas por Mueller en plena naturaleza, como por ejemplo, las realizadas durante los veranos de 1906 en Schreiberhau, en los Montes de los Gigantes, o las de 1910 y 1911 en los lagos de Moritzburg, cerca de Dresde, Maschka no es reconocible entre las numerosas mujeres de rasgos similares y que aparecen desnudas y en grupos aunque se sabe que ella también está retratada en esas Arcadias imaginarias con las que el soñará siempre y que plasmará en sus lienzos.

En "Par am Tisch" (Pareja sobre una mesa) - el cuadro que hoy vemos - también conocido como "Par in der kaschemme" (Pareja en una taberna), Otto se autorretrata, casi en sombras, a la espalda de Maschka que aparece desnuda y apoyada sobre una mesa, en una cierta pose de coqueteo con el espectador. Pintado en 1925, la nota que añade un interés especial y un toque de morbo a este cuadro es saber que, por esas fechas, Maschka y Otto llevaban ya divorciados cerca de cuatro años después de que su matrimonio se truncara en 1919, a la vuelta de Otto Mueller, después de haber estado este combatiendo en el frente esos dos últimos años. La aparición  en la vida de Mueller de una joven judía de diecisiete años llamada Irene Altman pondría fin a su relación como pareja pero no interrumpiría sus relaciones como amigos y de trabajo en lo que respecta a los contactos y gestiones con galeristas y clientes relacionados con la obra de Mueller, asuntos que Maschka había llevado siempre desde el comienzo de sus relaciones. Irene aparecería en la obra de Mueller durante dos años hasta su desaparición al marchar como emigrante a Londres en 1921, año que coincidiría con la formalización del divorcio de Otto Mueller con Maschka.

Después de Maschka e Irene Altman las mujeres que le atraen van siendo cada vez más jóvenes y en 1922 contrae matrimonio con una estudiante de arte llamada Elsbeth Luebke con la que tendrá un hijo y de la que se separará cinco años después. 

A partir de 1922, mejoradas las relaciones de Mueller con Maschka, esta le acompañará en diversos viajes por Europa. En 1924 visitarán desde agosto hasta octubre las ciudades de Sarajevo, Spalato y Ragusa con el fin de estudiar la vida de los gitanos, un tema por el que siempre se sentiría fuertemente atraído siendo que la leyenda construida en torno a Mueller le describe como "el pintor gitano" perteneciente, por parte de madre, a la etnia de los "sinti" una de las antiguas poblaciones gitanas nómadas del centro de Europa. También en el verano de 1925 le acompañará Maschka a Szolnok, una localidad en el centro de Hungría y en la que realizará una serie de bosquejos de chozas gitanas. Gran parte de la obra de este pintor en la última década de su vida girará en torno a la temática del mundo de los gitanos centroeuropeos.

Tal vez en este último viaje a Hungría sería donde Mueller pintaría a Maschka en su "Par am Tisch" o tal vez donde tomaría un apunte de ella en alguna taberna de esta localidad pues existe al menos una litografía de esa fecha que muestra un  estudio previo de este cuadro subtitulada también como "Paar am Tisch - Selbstbildnis mit Maschka - Absinthtrinkerin" (Pareja en la mesa - Autorretrato con Maschka - Bebedores de absenta).

Como dato curioso queda por relatar que, este cuadro, escondido durante muchos años en un sótano, reveló uno de sus secretos al ser revisado por el Dr. Gottlieb Leinz, curador del Lehmbruck-Museum en Duisburg, (Alemania), museo propietario del cuadro, el cual, con motivo de una revisión previa a una exposición realizada hace unos años, retiró el soporte de cartón que el cuadro llevaba adherido en la parte trasera del cuadro apareciendo una nueva pintura de Otto Mueller realizada en el envés de la propia tela del cuadro y que representaba una pareja tendida en el suelo y al que se ha denominado como "El asesinato"(Ver). El cuadro "Par am Tisch", una pintura al temple sobre arpillera, técnica que ensayó Mueller y en la que llegó a convertirse en un maestro, está considerado la "joya de la corona" del Lehmbruck-Museum.

Otto Mueller se casaría una tercera vez con otra estudiante de arte, una tal Elfriede Tim a la que había conocido en 1927 y que se convertiría en su modelo hasta la muerte de Otto en 1930 a causa de una grave afección pulmonar. Su primera mujer y su musa perpetua, Maschka Meyerhofer, heredó un tercio de su obra pictórica. 

Maschka falleció en Berlin en 1952, años después de que los nazis catalogaran la obra de su antiguo marido como "arte degenerado" confiscando cerca de 400 obras del pintor muchas de las cuales fueron destrozadas o desaparecieron tras la II Guerra Mundial.



6 comentarios:

  1. ¡Qué interesante la historia de la obra y la propia del pintor!
    Me ha sorprendido la pintura que apareció en la parte trasera ¡qué curioso!
    Me encantan esos rasgos que caracterizan a los personajes de la obra de Otto Mueller.
    Gracias por tu entrada y un abrazo.

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  2. Bonjour,

    Merci pour le partage de cette très belle publication.
    ❀ Gros bisous ❀

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  3. Al “quartet dels mals endreços” (trastero) de unos vecinos, le debo haber conocido el Arte Degenerado cuando era una adolescente. Allí estaban Marc Chagall y tantos otros. Aunque no recordaba este artista.
    Me gustan sus rostros y esa mano apoyada en el asiento. Saludos.

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  4. Nada sabia de la vida de este pintor, su visión "gitana" rescata, no sé si con ánimo reivindicativo, a esa comunidad que salvo excepciones, esta al margen de la cultura europea. En esta pintura me llama la atención la mano del hombre que se apoya en el banco. Parece de palmípedo.

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  5. Una musa fuera de lo común por sus rasgos fuertes y duros, similares a las máscaras africanas y a la estética primitiva que tanto hacían furor en el arte de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Este cuadro, en el lenguaje actual, podría considerarse un selfie pareado.
    Un saludo

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  6. No voy a juzgar el cuadro de hoy más allá de decir que colgaría otros antes que este en el salón de mi casa. Aunque, miré, he subido a mirarlo otra vez antes de publicar y, cuanto más lo miro, menos me disgusta.Al entrada, como siempre, es fenomenal.
    Un abrazo.

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