viernes, 23 de septiembre de 2011

D'où venons-nous ? Que sommes-nous ? Où allons-nous ? - Paul Gauguin


El pasado 15 de junio el eminente físico John Ellis, uno de los sabios que trabajan en el CERN de Ginebra, en el Gran Colisionador de Hadrones a la búsqueda de nuestros orígenes, impartía en Grenoble una magnifica conferencia (ver vídeo) con el título "Un universo de partículas: Respuesta a las preguntas de Gauguin"

Han pasado más de cien años desde que Paul Gauguin plantease sus preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿A dónde vamos? pero, todavía, John Ellis no puede dar respuesta a las mismas, al menos a todas. Tal vez, cuando aparezca esa llamada "Particula Divina" que se busca con ilusión en ese gigantesco acelerador de particulas de Ginebra, el ser humano tenga la respuesta a esas cuestiones que Gauguin rotulaba hace más de cien años en la esquina izquierda de este gigantesco cuadro que él mismo consideró como su testamento artístico.

En 1895 Paul Gauguin había regresado por segunda vez a Papeete, la capital de Tahití, después de haber pasado una temporada en París y de hacer una visita en Copenhague a su primera mujer la danesa Mette Sophie para iniciar los trámites de separación. Su salud era cada vez más delicada resintiéndose de una fractura mal curada producida el año anterior durante una pelea en un bar de Concarneau, de una enfermedad de la piel, de problemas cardiovasculares y de una sífilis contraída poco antes de volver a la Polinesia. A sus dolencias había que unir la mala situación económica en la que se encontraba debido al fracaso de las ventas de su pintura por lo que, la llegada en la primavera de 1897 de la noticia de la muerte de su hija de 21 años, Aline, le llevó primero a la depresión y después a la desesperación llegando a afirmar: "Mi hija ha muerto. Ya no quiero a Dios."

Inicia en diciembre de ese mismo año y sumergido en esa tremenda desesperación, el que quiere que sea su testamento artístico antes de suicidarse, decisión que ha tomado y que confesará meses después en una carta dirigida a su amigo Daniel de Monfreid. En esa misma carta, el describe este cuadro y el significado de los personajes y elementos que integran el mismo y que personifican la vida, el drama, las dudas existenciales y tal vez la esperanza de un más allá, cuestiones que acosan en aquellos momentos de forma brutal a Gauguin.

Según Gauguin, y de acuerdo a lo que también le explica en 1901 a Charles Morice - uno de sus primeros biógrafos - sobre la génesis de su cuadro, este debe leerse de derechas a izquierda pues de esa forma está representada la evolución de la vida: "....la composition qui se lit de droite à gauche, de la naissance à la mort."

Así, en el extremo derecho, un niño recién nacido duerme al lado de tres jóvenes indígenas simbolizando el origen del ser humano y la etapa de la juventud. A sus espaldas, dos misteriosos personajes vestidos de color púrpura y situados detrás del arbol de la ciencia - según indica el propio Gauguin- parecen conversar, tal vez, sobre los misterios de la vida mientras cerca de ellos, una mujer sentada levanta un brazo y les observa tal vez sorprendida al ver a esos extraños personajes deliberando sobre sus propios destinos y poniendo una nota de preocupación en el entorno paradisíaco.

En el centro del cuadro una figura andrógina - ¿Quienes somos? - coge un fruto del arbol de la ciencia, simbolo del pecado original y del mundo de los adultos. Sentado en el suelo y rodeado de gatos y de una cabra un niño come otro fruto.

Cerrando el ciclo de la vida y de la muerte una vieja, casi una momia, parece taparse los oídos para no escuchar ya la tentación al pecado proveniente de las vanas palabras del pájaro blanco situado a su lado: "Junto a la muerte de una vieja, un pájaro extraño y estúpido lleva todo a su final". Es la muerte pero también el renacer pues la mujer situada al lado de la vieja y apoyada en un brazo es Vairaumati, la que según la leyenda mahorie engendró al primero de los "arioi", una sociedad privilegiada dedicada al amor y a la guerra que luego sería divinizada. 

Dominando el paisaje idílico al fondo del cual se divisa el mar, el ídolo - el simbolo del Creador o del Más Alla - contempla el ciclo desde su pedestal añadiendo al cuadro ese sentimiento religioso de Gauguin que le inducirá a colocar en sus obras a muchos de los dioses de la cultura mahorie, como hace con la diosa Hina, la diosa de la luna y a la que representará en sus cuadros "Mata Mua", "Hina Maruru" y "Mahana no Atua", con Oro el dios del sol y con Tangaroa, el Creador.

Gauguin pintó febrilmente este cuadro durante diciembre de 1897 y enero de 1898 y una vez terminado intentó suicidarse como se había propuesto antes de comenzar su obra: "J'y ai mis là, avant de mourir, toute mon énergie, une telle passion douloureuse dans des circonstances terrible et une vision tellement nette, sans correction, que le hâtif disparaît et que la vie surgit". Una alta dosis del mismo medicamento que el usaba para sus problemas de piel será la que ingerirá con el fin de matarse, pero, será su estómago el que rechace esa dosis mortal y provoque el vómito salvando a Gauguin de esa muerte deseada.

Paul Gauguin moriría unos años después, en 1903, víctima de un ataque cardíaco.

Esta obra maestra, que hace pensar a los necios y a los sabios acerca de las cuestiones fundamentales de la existencia del ser humano se conserva en el Museum of Fine Arts de Boston.

Pulsa aquí si quieres ver un agradable vídeo sobre parte de la obra pictórica de Paul Gauguin.

6 comentarios:

  1. Conocía el cuadro, pero tu texto le da mucha luz. Muy interesante.

    Un abrazo.

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  2. No se como coño contactar contigo, y no te quiero contestar en el bol por si no lo lees. Gracias, de todas formas, por pasarte por alli. No quiero despertar demasiadas espectativas, pero espera la segunda parte "Bonobos", la semana que viene, In Sallah!

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  3. Encantadora muestra pictórica, para hacerse las preguntas que todo ser humano (tal vez...) se plantea o ha planteado... quien no se lo plantea, bueno, siempre he pensado que quienes no se preguntan, o buscan respuestas a todo aquello que les rodea, tal vez sean más felices; no sé, una forma muy nihilista inconsciente de pasar por la vida...
    No obstante, el hacerte las preguntas no significa encontrar la verdad; pero, ¿qué es la verdad...?
    Busque´ a través de la red, y encontré algo que me hizo pensar que tal vez Gauguin utilizó estas cuestiones, aprovechando ésto:
    “Las tres preguntas son las típicas que un tahitiano, curioso y hospitalario, hace a un extraño que se encuentra por el camino: ¿quién eres? ((o vai ´oe?), ¿De dónde vienes? (nohea roa mai ´oe?), ¿Dónde vas? (te haere ´oe hea?). Seguramente a Gauguin le habían hecho a menudo estas tres preguntas, que las transforma en la primera personal del plural y hace una alegoría de la vida”.
    Luego, que duda cabe, él se plantearía de una forma más profunda y filosófica el tema, y plasmando en el lienzo (tal vez) alguna respuesta...

    Un cordial saludo.

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  4. Lo que cuentas creo que figura en el libro "Noa-Noa", el libro autobiográfico en el que Gauguin relata sus vivencias en Tahití.

    Da la impresión por los relatos de Gauguin que estos polinésicos eran gente muy espiritual y con un sentimiento muy profundo de la vida y del más allá.

    Creo que estas preguntas nos las seguimos haciendo constantemente sin la menor esperanza de encontrar la respuesta. Creo que fue Stephen Hawking el que dijo que conocer el origen de la vida convertiría esto en algo muy aburrido pero también es verdad que él afirma que en el universo primitivo está la respuesta a la pregunta fundamental sobre el origen de todo lo que vemos hoy, incluida la vida.

    En cualquier caso creo que es difícil conseguir escapar del concepto del Dios creador.

    Un saludo y gracias por tu visita y tus comentarios.

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  5. ¡Interesantísimo, el presley!

    Un abrazo

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  6. Gracias Elvira. Me alegro que te haya gustado.

    Un abrazo.

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