jueves, 25 de abril de 2013

Poker Night - Thomas Hart Benton




El 3 de diciembre de 1947 se estrenaba en Broadway, "A streetcar named Desire" (Un tranvía llamado Deseo), una obra teatral del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams que llegaría a alcanzar un gran éxito y que le reportaría a su autor el Premio Pulitzer de teatro en 1948 convirtiéndose en una pieza mítica del teatro americano y también en un clásico del teatro mundial. La obra fue dirigida en su estreno por Elia Kazan, el que fuera cofundador del Actors Studio, y producida por Irene Selznick, una hija del todopoderoso productor Louis B. Mayer.

La obra narra un periodo en la vida de una pareja de Orleans, Stella y Stanley Kowalski, la cual ve alterada su vida por la llegada a su hogar de una hermana de Stella, una tal Blanche Dubois, una mujer con un extraño carácter entre arrogante y secretista que chocará desde el primer momento con el de Stanley, un abrupto y violento obrero aficionado al poker y al alcohol lo que se traducirá en momentos de gran tensión entre los tres habitantes de ese hogar hasta que Stanley consigue, al final, alejar definitivamente a Blanche de sus vidas.

Las representaciones contaron con la actuación de un desconocido y joven Marlon Brando en el papel de Stanley Kowalski y con la de las actrices Jessica Tandy y Kim Hunter en el de Blanche y Stella respectivamente. Se cuenta que la actuación de Marlon Brando era tan asombrosa que eclipsaba al resto de actores y el público acababa tomando parte y solidarizándose con aquel salvaje y maleducado inmigrante. Todo el elenco de actores sería el mismo que más tarde interpretaría su papel en la película de igual nombre que Elia Kazan dirigiría en 1951 a excepción del papel de Blanche Dubois que sería interpretado por la actriz Vivien Leigh

Dado el éxito con el que arrancó la representación teatral desde sus inicios, David Selznick, el marido de la productora Irene Selznick, decidió hacerle un regalo de felicitación para lo cual encargó a Thomas Hart Benton, un pintor estadounidense representante del llamado Regionalismo norteamericano, y al que ya tuvimos anteriormente en este blog, que les pintase un cuadro basado en alguna escena de la obra a lo que Benton accedió pintando en 1948 el cuadro que hoy traemos a estas páginas titulado "Poker Night"

Benton tituló este cuadro como "Poker Night" en consonancia al primer título que Tennessee Williams había ideado para su obra y que luego cambiaría en base al propio argumento de la misma, la cual, se iniciaba con la llegada de Blanche Dubois en un tranvía de la linea llamada "Desire" (Deseo), una antigua línea de tranvías de Nueva Orleans que pasaba por una de las calles del barrio francés, la  Elysian Fields (Campos Eliseos) en la que se ubica la casa en la que transcurrirá toda la representación. 

Para su cuadro, Benton escogió la tercera escena de la obra teatral, una escena en la que se desarrolla una partida de póker en casa de Stanley en la que participan el propio Stanley y tres de sus amigotes, Steve Hubbel, un vecino suyo que habita en el piso de arriba, Pablo Gonzales, un individuo de grandes bigotes y con aspecto de mejicano y Harold Mitchell, el amigo con mejor imagen de todos y al que ellos llaman Mitch. Durante el desarrollo de la partida, aparecerán en escena Blanche y Stella que, recién llegadas de la calle, se refugian en sus dormitorios quedándose en ropa interior mientras curiosean a través de una cortina que separa los dos ambientes en los que se desarrolla la acción. Esta, como sabrán los que hayan visto la película o conozcan la obra, acabará terminando borrascosamente con la agresión a su mujer de un Stanley tremendamente borracho y descolocado. 

Como podemos ver en el cuadro, Benton coloca a Stanley (Marlon Brando) con su inconfundible camiseta en el extremo izquierdo de la mesa mientras que, a su derecha y de pie, sitúa a Mitch (Karl Malden). Con sombrero y su inseparable puro aparece Pablo (Nick Dennis) y, reclinado sobre la mesa, su vecino Steve (Rudy Bond). Tras la cortina y con un aire muy sexy pintaría Benton a Blanche (Jessica Tandy) y a una Stella (Kim Hunter) que parece observarla con un cierto aire de preocupación.

El cuadro es una interpretación bastante fiel de la escena teatral a excepción del aire de rubia fatal a lo Jean Harlow de los años treinta con el que pintaría a Jessica Tandy, muy alejado de su imagen en la escena real y que le valdría un enfado considerable de la propia Jessica que le llegó a acusar de haberla retratado como una manipuladora sexual. La obra de Benton agradó mucho a Irene Selznick y fue colocada en el vestíbulo del teatro Ethel Barrymore donde permanecería hasta su última representación en diciembre de 1949. 

Este cuadro se conserva en el Whitney Museum de Nueva York.

Puedes ver un video con más obra de Thomas Hart Benton pulsando aquí

domingo, 21 de abril de 2013

Woman I - Willem de Kooning



Hablar sobre la obra de Willem de Kooning (1904-1997) no es tarea fácil máxime cuando no es este un pintor que me conmueva o atraiga especialmente, lo cual, aleja de mí inevitablemente esa curiosidad por descubrir que historias encierran sus cuadros pero, aún así, creo que el nombre de Willem de Kooning merece que le dediquemos un pequeño hueco en este humilde lugar. 

Considerado uno de los principales representantes del movimiento al que el crítico Harold Rosenberg bautizaría en 1952 como Action Painting, constituye junto con Jackson Pollock y Franz Kline la esencia del expresionismo abstracto americano. 

Sería un año después de ese bautizo, en 1953, cuando De Kooning expusiese, en la que luego sería la famosísima Sidney Janis Gallery, su serie de pinturas conocida como "Woman" compuesta por seis pinturas numeradas por el propio De Kooning y dedicadas a la mujer, un tema que sería una constante en la producción de este pintor a lo largo de toda su vida. De esta serie, considerada como la obra más significativa y también por eso la más conocida de Willem de Kooning, traemos hoy aquí la tela numerada como "Woman I" y la que daría origen al resto de la serie. 

"Woman I" sería iniciada por De Kooning en 1950 trabajando después frenéticamente y durante dos años sobre esta imagen monstruosa de mujer. Durante esos dos años cambiaría constantemente esta imagen amenazadora, añadiendo capas y capas sucesivas de pintura, raspándolas después para volver a empastar, buscando algo que solo el podría explicar. A principios de 1952, De Kooning abandonó este lienzo sin terminar y comenzó a pintar "Woman II", "Woman III", y "Woman IV", otras tres obras semejantes a "Woman I" y en las que también aparecen esas horribles mujeres con ese aspecto casi diabólico. Se cuenta que el historiador de arte Meyer Schapiro visitó el estudio de De Kooning en la primavera de ese mismo año animando al artista a retomar su "Woman I" lo cual hizo a la vez que terminaba las otras tres. Todavía pintaría a finales de ese año y principios de 1953 las "Woman V" y "Woman VI" siguiendo el mismo estilo de las anteriores. 

El porqué de esos gigantescos ojos, esa boca salvaje, esos pechos gigantescos o esos brazos casi protésicos que adornan a estas "woman" no es fácil de explicar salvo recurriendo a teorías psicoanalíticas como han hecho muchos de los estudiosos de su obra. Algunos lo atribuyen a un carácter misógino de De Kooning, a su intento de ridiculizar a la mujer, otros, al peso de una infancia en la que sería secuestrado por una madre a la que se le había quitado la custodia de su hijo después de un agrio divorcio y otros, a un terrible miedo a la mujer como símbolo sexual. 

Preguntado De Kooning algunos años después acerca del motivo de ese tipo de representación de la mujer, el contestó haber sido influido mucho por aquellas figuras mesopotámicas de grandes ojos y formas voluminosas que se habían exhibido por aquellas fechas en el Museo Metropolitano de Nueva York. De su serie dijo en cierta ocasión que: "Ahora las miro y me parecen vociferantes, y feroces. Creo que eso tiene que ver con la idea del ídolo, del oráculo y, sobre todo, con el júbilo que entrañan”

En la vida real, la relación de De Kooning con las mujeres fue intensa y en muchas ocasiones tormentosa. Casado en 1948 con la pintora Elaine Fried, se separaron a los pocos años de su matrimonio aunque nunca llegarían a divorciarse manteniendo él relaciones con numerosas mujeres entre las que se encuentran la escultora Marisol Escobar, Susan BrockmanRuth Kligman la que fuera amante de Jackson Pollock y con la que él iniciaría un romance a la muerte de este y Joan Ward, una joven estudiante de arte con la que mantendría una larga relación y de la que nacería su único descendiente, Johanna Lisbeth (Lisa), en 1956. 

"Woman I" se conserva en el Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York al igual que "Woman II". El resto de la serie es también propiedad de grandes museos a excepción de "Woman III" que pertenece a Steven Cohen, un coleccionista privado que compró este cuadro en 2006 por 107 millones de euros convirtiéndolo en el tercer cuadro más caro de la historia tras el Jackson Pollock Número 5, que se vendió ese mismo año por 109,1 millones de euros. 

Con la muerte de Elaine Fried en 1989 a causa de un cáncer de pulmón y la de De Kooning en 1997, su hija Lisa pasó a convertirse  en la única heredera del multimillonario pintor falleciendo esta a su vez en extrañas circunstancias en noviembre del año pasado y a la temprana edad de 56 años. 

Puedes ver más sobre Willem de Kooning en este estupendo video.

sábado, 13 de abril de 2013

Mujer tocando el violonchelo - Róbert Berény



Recuerdo que fue una lluviosa tarde de septiembre hace ya algunos años en un viaje de recreo por la vieja Budapest. La lluvia me había sorprendido paseando por el Castillo de Buda, mientras contemplaba desde uno de los miradores el color grisáceo del Danubio serpenteando allí abajo y aunque era ya un poco tarde para visitar museos, la insistencia del agua y la proximidad de la Magyar Nemzeti Galeria (la Galería Nacional Húngara) hicieron que me refugiase en esta última a la espera de que aclarase el tiempo. 

Éramos cuatro gatos los que recorríamos esa tarde las salas de este desangelado museo bajo la aburrida mirada de los vigilantes por lo cual solo se oían nuestras pisadas y algún que otro susurro o carraspeo lejano lo que, creo, aumentaba el efecto escénico de aquellas pinturas que colgaban de los muros de la Galería obligando a reparar en algunas de ellas con una especial atención. 

Ese fue el caso de este cuadro de Robert Berény (1887-1953) un pintor húngaro que llevaría a Hungría el fauvismo que él adoptaría durante su estancia en París en sus primeros años de aprendizaje. 

Contemplando a esa mujer vestida con un llamativo vestido rojo que hace destacar su blanca piel, absorta en su silenciosa interpretación, apretando contra sus muslos el instrumento musical mientras sus manos parecen recorrerlo y acariciarlo tuve la sensación de que de un momento a otro iba a escuchar los gemidos de placer lanzados por las cuerdas excitadas de ese violonchelo amado. Por unos momentos quise ser violonchelo en manos de aquella mujer y pensé cuanto debió gozar Robert Bereny cuando la pintó en 1928. Bereny, un gran músico y crítico musical además de pintor, amigo del compositor Béla Bartók disfrutaría - pensé yo - escuchando a su modelo mientras la pintaba y después, seguramente, harían el amor. 

Pasé un largo rato ensimismado delante del cuadro antes de que las voces del vigilante me parecieron indicar que el Museo iba a cerrar sus puertas por lo que abandoné este no sin antes comprar un catálogo con algunas de las obras más emblematicas de la pintura húngara entre las que se encontraba este cuadro. 

El catalogo estaba en húngaro así que no pude entender nada de lo que allí contaba aunque de vuelta a España me tomé el trabajo de volcar el corto texto que acompañaba a este cuadro en un traductor online y una parte de mis fantasías se desvanecieron. Una mala traducción fue suficiente para informarme de que aquella violonchelista tan sensual a mis ojos y en mis pensamientos, aquella mujer de rojo, capaz de acariciarte como a un violonchelo, se llamó Eta Breuer y fue la esposa de Bereny. Ella iba para gran artista antes de su matrimonio con él pero, su enlace, acabaría con su carrera musical. A Eta  la pintaría nuevamente en 1937 también vestida de rojo y al lado de su violonchelo ya apartado de su cuerpo.

Hoy, viendo y escuchando en este video a la gran chelista norteamericana, Alisa Weilerstein, vestida también con un llamativo traje rojo, he recordado aquella tarde en Budapest cuando quise ser violonchelo.