“Como yo no tenía dinero para pagarme modelos profesionales iba a los cafés a buscar a las muchachas que , a cambio de un cafe con crema, aceptaban posar algunas horas. Y, estas bravas cabritas, llevaban en sus escandalosos maquillajes la enseña de su oficio sobre el rostro. Es así como nace una reputación y uno se convierte en “fauve” (bestia)”. Con estas palabras, en 1958, contaba Kees Van Dongen a uno de sus biógrafos, algunos detalles de sus comienzos y de su incorporación al movimiento fauvista, movimiento que recibiría su bautismo en el Salón de Otoño de 1905 en París.
No sería este el caso del cuadro que hoy visitamos pues, pintado en 1913, cuando Kees Van Dongen se estaba ya marchando lentamente del fauvismo, la modelo que posó para él no fue ninguna de aquellas jóvenes como las que, acompañado de Pablo Picasso, su antiguo vecino del "Bateau Lavoir", reclutaban como modelos por los cafés cercanos del Montmartre de comienzos de 1900. Sería su joven mujer, Augusta Preitinger, "Guus" como él la llamaba, la que posaría para Kees al igual que ya lo había hecho otras veces.
A Augusta Preitinger la había conocido Van Dongen en la Real Academia de Bellas Artes de Rotterdam, su ciudad natal y en la que ambos estaban cursando sus estudios de pintura. Van Dongen marcharía a París en 1897 y volvería a por ella en 1899 casándose con Augusta dos años más tarde en París. El retrato más temprano de Kees a Guus se cree que fue el "Jeune fille nue" (1898) - lo pintaría en Holanda antes de ir a París - en el que la muestra de espaldas y sentada en un taburete. En París y hasta 1905 en que Van Dongen se une al grupo de los "fauves", el explora diversos temas tales como escenas de circo, las calles parisinas, los cafés de Montmartre, sus primeros desnudos, etc. y podemos reconocer a Guus en algunas de sus pinturas aunque no se cite su nombre. A partir de 1905, una vez instalados ya en el "Bateau Lavoir" se inicia el despegue de Van Dongen como pintor fauvista y Augusta será retratada, en varias ocasiones y ya con su nombre, al igual que su nueva amiga, Fernande Olivier, la amante de Picasso por esas fechas y a la que Van Dongen retratará más de una vez.
Después, entre 1910 y 1911, vendrán los viajes de Van Dongen a España y a Marruecos donde quedará admirado por el folklore y los aderezos y vestimentas de las mujeres tanto de Andalucía como de las que él verá durante su estancia en Tánger. Esa admiración, se traducirá en una marcada influencia de lo español y lo oriental - al igual que pasaría con Matisse o Manet - y que se reflejará en muchos de sus cuadros, uno de los cuales es este que traemos al blog, "Le chale espagnol" (El mantón español), también conocido como "Tableau", "El mendigo de amor", "La mujer de las palomas" o "Desnudo con mantón de Manila".
En "Le chale espagnol", Van Dongen retrata a su mujer, Augusta Preitinger, desnuda a excepción de unas llamativas medias anaranjadas que le cubren las piernas hasta por encima de las rodillas, unos llamativos zapatos del mismo tono provistos de un alto tacón y un floreado "mantón de Manila" que apenas cubre sus hombros y que, colgando por detrás de su espalda, hace de telón que tiende a resaltar más su desnudez buscando concentrar la mirada del espectador en sus pechos y en el oscuro triángulo púbico construído perfectamente en base al cruce de las dos diagonales que estructuran el lienzo. El mismo tipo de mantón que Guus luce en este cuadro aparece en alguna de las pinturas anteriores de Van Dongen como en "El Mantón" "Andalucía" "La gitane" o "Femmes à la balustrade". Augusta luce también un colgante al cuello y unos grandes anillos en cada uno de los dedos de sus manos haciendo bueno un famoso comentario de Van Dongen: "Lo esencial es alargar a las mujeres y sobre todo adelgazarlas. Después de eso no queda más que engordar sus joyas y ellas se quedan encantadas."
Pintado seguramente en su estudio de la calle Saulnier, justo al lado del Folies-Bergere, tiene mucho de representación teatral o cabaretera, simulando un sombrío jardín con una fuente al fondo y un montón de palomas que rodean a Guus, comiendo de su mano y picoteando por el suelo mientras, un siniestro mendigo que la observa con una lasciva mirada, hace ademán de pedirle limosna o tal vez de estirar de ese mantón para que este caiga y poderla contemplar en toda su plenitud. Según contaría años después la hija de Augusta, Van Dongen se autorretrató encarnándose en el mendigo que aparece a los pies de ella queriendo interpretar así la súplica a su bella amada de una limosna de amor. Es este el motivo por el que a veces se ha titulado también a este lienzo como "El mendigo de amor".
El cuadro, poseedor de una fuerte carga de erotismo y sensualidad, fue presentado en 1913 al Salón de Otoño de París generando un tremendo escándalo que obligaría al Secretario de Estado de las Bellas Artes, León Bérard, a avisar a las fuerzas del orden para que el cuadro fuera retirado del Salón con el consiguiente enfado de Van Dongen y de numerosos pintores como Matisse, Marquet, La Fresnaye y Jacqueline Marval, contrarios a la política conservadora del citado Salón. Lo mismo le sucedería años después, en Rotterdam, en el Museo Boijmans Van Beuningen, en 1949, por lo que Van Dongen no volvería a presentar esta obra a ninguna exposición permaneciendo la misma en lugar destacado en los diferentes estudios que él fue habitando a lo largo de su vida de pintor. El cuadro sería donado por su hija Augusta "Dolly" Preitinger en 1985 al Centre Pompidou, Musée National d’Art Moderne donde se puede contemplar en la actualidad.
Tanto Guus como su hija Dolly posarían para Van Dongen hasta el verano de 1914 en que marcharían las dos a Rotterdam a visitar a su familia sorprendiéndolas allí la I Guerra Mundial. En esta ciudad permanecerían hasta el final de la guerra, en 1918, en que volverían a París siendo Guus rechazada por su marido que, en su ausencia, se había liado con una diseñadora de moda llamada Lea Alvin, más conocida como Jasmy Jacob.
Augusta Preitinger y Kees van Dongen se divorciarían en 1921. Augusta seguiría viviendo en París donde moriría en 1946. Kees Van Dongen se casaría en 1953 con Marie-Claire Huguen una mujer a la que había conocido en 1938 y que le acompañaría hasta su muerte acaecida en 1968, en Mónaco, a los 91 años de edad.
Si quieres ver un video con algo más sobre la obra pictórica de Van Dongen pulsa aquí
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Hola desconocido, así te llamo por tu ausencia.
ResponderEliminarBueno hoy conozco al pingor Kees Van Dongen, me gustan sus obras y más ahora habiendo leído sus pasos.
Un abrazo.
La verdad es que tengo muy abandonado este blog así que tienes toda la razón en llamarme desconocido. Gracias por tu compañía a pesar de mis silencios. Un abrazo.
Eliminar¡Qué alegría leerte de nuevo!, ¡Anda que no te he echado de menos....!
ResponderEliminarBuena entrada, espero que no te pegues esas vacaciones más.
Un abrazo.
Bueno, como soy un constante inconstante no te aseguro nada pero intentaré darle un poco más de comida a este blog. Gracias por seguirme. Un abrazo.
Eliminar! Me alegra mucho tu vuelta al mundo bloguero!. Muy buena la entrada que nos has regalado. Resulta increíble que este cuadro fuera retirado del Salón de Otoño de París por resultar escandaloso. Se notaba tu ausencia, explicas los cuadros y sus historias como nadie.
ResponderEliminarEspero más entradas, así que no vuelvas a marcharte.
Un abrazo
Y a mí me alegra mucho más recibir vuestros cariñosos comentarios a pesar de mis ausencias. Me alegro de que te haya gustado la entrada. Un abrazo también para tí.
EliminarDichosos los ojos: por verte por aquí de nuevo y porque su mirada sobre estas obras tanto nos enseña. A la espléndida entrada de hoy hay que añadir un precioso vídeo, cortito, que no aburre, al contrario, con una deliciosa música, que recomiendo mucho también, para hacerse una idea clara de los méritos de este autor.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido.
Muchas gracias por tu cariñoso recibimiento. Mis ojos también se han alegrado de leer tu halagador comentario. Un abrazo.
EliminarEsta ausencia ha sido casi eterna...
ResponderEliminarNo hay que exagerar. ¿ Que es un año comparado con la eternidad? En cualquier caso, gracias por esperar.
EliminarElpresley, me alegro mucho, mucho, mucho, de que pueda volver a leer estos excepcionales análisis y exahustivos comentarios biográficos y didácticos. La delicadeza de la pintura de Kees Van Dongen es excepcional. El cuadro que has elegido es un remanso donde la belleza ha quedado retenida mediante el suave pincel y estructura de su autor. Una espléndida publicación.
ResponderEliminarUn abrazo, Elpresley.
Muchas gracias Antonio por tus siempre exageradas alabanzas a mis entradas. Me alegra sobremanera tu recibimiento máxime habiendo yo estado alejado este tiempo de nuestras muestras blogueras. Un fuerte abrazo.
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