Siguiendo la huella de la "Venus de Urbino", cuadro que veíamos ayer, pintó Edouard Manet su "Olimpia".
Si la "Venus" pintada por Ticiano resultaba claramente erótica y sugerente, Manet no solo no se quedó atrás sino que buscó que el espectador percibiese que la mujer allí tumbada era una mujer dispuesta a ofrecer su cuerpo, una prostituta al alcance de todo el que la desease a diferencia de la cortesana de Ticiano, una mujer que parece esperar a un solo hombre, su amado o su reciente marido, y al que desea seducir con su sensual pose.
Manet carga a su modelo con elementos que aumenten y manifiesten la sensualidad o la riqueza vulgar. Ella lleva una gran orquídea en el pelo, un brazalete de oro, pendientes de perlas y un cordón anudado al cuello del que pende un adorno así como unos zuecos dorados uno de los cuales descansa sobre la cama. Al borde de esta, una mujer negra que parece inspirada en un cuadro de Ingres, le ofrece un ramo de flores que ella no mira como si despreciase al donante de las mismas, flores que, según cuentan los textos, era corriente su entrega por los clientes a las prostitutas de lujo. El perrillo tranquilo y sumiso que aparecía enroscado sobre la cama a los pies de la "Venus" de Tiziano es sustituido en esta escena por un gato negro del que se aprecia el brillo de sus ojos y su lomo arqueado, reflejo de una actitud defensiva y cuya presencia, se estima, simboliza la promiscuidad o la idea de la prostitución.
La modelo que dió vida a "Olympia" se llamaba Victorine Meurent y fue modelo de Manet desde 1862 hasta 1874 siendo principalmente conocida por este cuadro y por otro famoso cuadro pintado también en 1863, "Déjeuner sur l'herbe". Victorine fue además una buena pintora que llegó a exhibir su obra en el Salón de París en 1875 y de la que se ha conseguido recuperar recientemente parte de su olvidada obra.
El cuadro de "Olympia" fue presentado por Manet en el Salón de 1865, dos años después de pintado, y las críticas que recibió fueron despiadadas. "Están lloviendo insultos sobre mí. Alguien debe estar equivocado", escribió el artista a su amigo, el poeta francés Charles Pierre Baudelaire. El crítico Jean Ravenel escribió en un articulo sobre el cuadro que cuando los visitantes contemplaban el cuadro era como estar viendo, la viciosa extrañeza de una joven de los suburbios de París o una mujer de la noche del "Paul Niquet" - un cabaret o burdel de París que gozaba de una pésima reputación -, una flor del mal o una pesadilla de Edgar Poe. Solo Emile Zola, amigo y defensor de Manet, consideraría esta obra como una obra maestra, cosa que el pintor le agradecería retratándole unos años más tarde, sentado, leyendo en una estancia en una de cuyas paredes está colgada una reproducción de la "Olympia".
En 1889 fue presentada en la Exposición Universal de París, donde la pretendió comprar un coleccionista americano. El pintor Sargent advirtió a Claude Monet el cual inició una suscripción popular para comprar la Olympia y donarla al Estado cosa que se consiguió siendo trasladado este cuadro al museo del Louvre en 1908.
Me gusta muchísimo más la Venus de Urbino, infinitamente más. Esta no me dice nada. Y la Venus del espejo de Velázquez es mi favorita.
ResponderEliminarSaludos
Vos no entendes nada de nada.no se trata de juicios de valor.son maneras que reflejan diferntesnepocas Manet rompió con el arte tradicional y avanzo como el referente principal de la modernidad
EliminarPues esta no te dirá nada pero si las pudiéramos entrevistar seguro que es más interesante la vida de Olympia que la de Urbino. Más morbo.
ResponderEliminarComo bella también me parece más la de Urbino.
La de Velázquez no la podemos poner en la terna, creo yo.
Un saludo.
El artículo me ha parecido francamente interesante. Refleja muy bien lo que de provocador tuvo en su momento esta obra.
ResponderEliminarcuesta mucho leer tu blog con el fondo negro y la letra blanca...
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