martes, 12 de abril de 2011

Giovanna Tornabuoni - Domenico Bigordi (Ghirlandaio)


Este cuadro es la imagen de la belleza en el recuerdo.

Bella y elegante, Giovanna degli Albizzi, murió con solo veinte años dejando viudo a su enamorado esposo Lorenzo Tornabuoni con el que solo hacía dos años que se había casado y del que esperaba su segundo hijo.

Sumido en el dolor, Lorenzo Tornabuoni encargó a Ghirlandaio un retrato de la que había sido su bella esposa para lo que entregó a este el único documento en el que inspirarse consistente en una moneda acuñada por el grabador Niccoló Florentino con motivo de los esponsales y en la que aparecía la imagen de Giovanna representada de perfil, con una joya adornando su cuello y una inscripción con su nombre.

Ghirlandaio que había iniciado los trabajos encargados por el padre de Lorenzo consistentes en la realización de los frescos de la Capilla de los Tornabuoni en la Iglesia de Santa Maria Novella en Florencia, realizó un estudio previo de la imagen de Giovanna pintándola entre 1489 o 1490 en uno de dichos frescos, concretamente el de La Visitación y en el que la representó de cuerpo entero pero idénticamente vestida, peinada y enjoyada tal como luego la pintaría en la tabla que hoy vemos.

Giovanna aparece vestida con un bello traje adornado con brocados de oro, cintas y flores bordadas en las mangas y sujetando un pañuelo con sus manos en las que se aprecian dos elegantes anillos de oro.

Anudado al cuello lleva un cordón del que penden tres perlas y un rubí - adorno que nos trae a la mente los recientes modelos de la joyería actual - una joya similar a la que se observa en la hornacina del fondo formada por un broche con un dragón, dos perlas y un rubí, joyas ambas indicadoras del alto status social que ocupaba Giovanna dentro de la sociedad florentina de la época.

A la derecha del cuadro aparece un libro, seguramente un libro de horas o devocionario de los que tenían las madres de familia y que debían leer cada día para inculcar las buenas costumbres a la familia.

Colgado de un clavo aparece también en la hornacina trasera un collar formado por cuentas de coral, un tipo de collar este que aparece en muchos cuadros renacentistas y anteriores al renacimiento y que solía colocarse como amuleto a los niños recién nacidos para protegerlos de posibles males y de los que se decía que sus cuentas estaban coloreadas por la sangre de Cristo. Tal vez Ghirlandaio lo pintó ahí colgado como un símbolo del niño que nunca llegó a nacer.

El cuadro lleva un letrero con una frase del poeta Marcial que podemos traducir como: “Oh arte, si pudieras pintar las costumbres y el alma, no habría una pintura más bella sobre la tierra” fechado en 1488 año que corresponde al de la muerte de Giovanna Tornabuoni.

Este cuadro, de una belleza increible, es según palabras de Guillermo Solana, Director Artístico del Museo, “la joya entre las joyas” del Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, museo en el que se puede admirar esta obra.

Si dispone de algo más de una hora y quiere saber casi todo sobre este cuadro a través de un estupendo documental que recoge una conferencia de Guillermo Solana explicando su historia, pulse aquí.

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