Hace ya tiempo comentábamos en este blog uno de los cuadros que el pintor austríaco realizó a su amante Alma Mahler, un cuadro titulado "Die Windsbraut" (La novia del viento), y en el que Kokoschka pretendía reflejar el amor irracional y tempestuoso que él sentía por Alma a la vez que esa especie de vendaval de pasiones encontradas que les ahogaba y que la iban alejando cada vez más de él.
Los últimos momentos turbulentos de su relación quedarían mitigados en 1915 debido a la propagación de la guerra europea y la decisión tomada por Oskar Kokoschka de alistarse como soldado y marchar al frente a defender a su patria. Su marcha será aprovechada por Alma Mahler para huir de aquel hombre del que se sentía prisionera desde hacía tiempo y del que estaba deseando separarse. Ese mismo año Alma se casará con el arquitecto y fundador de la "Bauhaus", Wilhelm Gropius.
A finales de 1915, Kokoschka es herido en el frente. Un balazo y una herida de bayoneta que le ha perforado un pulmón le ponen durante unos meses al borde de la muerte. Superada esa etapa de gravedad se entera durante su convalecencia de que Alma le ha abandonado y de que se ha casado con otro hombre lo que le provocará una gran depresión de la que no se recuperará en años.
Sumido en su dolor y terminada la guerra, Kokoschka está trabajando en 1918 en Dresde, en la Cátedra de Dibujo que ha obtenido en esa ciudad cuando visita en 1918 una exposición de pequeñas esculturas o muñecas de trapo hechas por una escultora-pintora y sobre todo fabricante de muñecas residente en Munich y llamada Hermine Moos. De resultas de aquella visita, a Kokoschka se le ocurre la disparatada idea de encargarle a Hermine una muñeca de tamaño natural que se asemeje lo más posible a su amada Alma y que venga a rellenar el hueco por ella dejado. Ni corto ni perezoso, en julio de ese mismo año, se pone en contacto con Hermine y le indica su idea y como quiere que sea esa muñeca o maniquí de tal forma que alegre su corazón hace ya tiempo entristecido: "Si fuese capaz de llevar a cabo esta tarea como yo deseo, si pudiese engañarme de tal modo que cuando la vea y la toque me parezca estar frente a la mujer de mis sueños, entonces, querida señorita Moos, le estaría eternamente agradecido" le explicará.
Hermine aceptará el encargo en julio de 1918 y a partir de ese momento se establecerá una intensa correspondencia entre el pintor y ella, una correspondencia que ha llegado hasta nosotros ya que, el propio Kokoschka la publicaría años después, en 1925, en su "Der Fetish" (El fetiche), calificativo con el que denominará frecuentemente a la muñeca.
Kokoschka instruirá a Hermine sobre como hacer la muñeca enviándole numerosos bocetos y retratos inspirados en Alma, a la vez que llevará un seguimiento de la actividad de Hermine. Así, en una de las cartas escrita en diciembre de ese mismo año podemos leer: "…Es preciso que las manos y los pies estén además articulados. Tome sus manos como ejemplo para el modelo. O piense en las de una rusa que monte también a caballo. Los pies deberán ser como los de una bailarina: Karsavina, por ejemplo. También debe asegurarse de que las manos y los pies parezca que están llenos de vida incluso cuando la muñeca esté desnuda, que no parezcan pesados y sin nervio. El tamaño de los pies debe ser tal que los zapatos de alguna elegante dama se puedan montar en ellos pues yo conservo en Viena un montón de ropa y prendas de vestir de mujeres hermosas, precisamente para este propósito. Por lo que se refiere a la cara, esta debe ser muy muy expresiva y en todo caso, la expresión debe mejorarse todo lo posible y todo rastro de artificialidad y artesanía debe ser eliminado, si ello es posible…. ¿Se puede abrir la boca? ¿Se pueden colocar los dientes y una lengua en ella? Yo sería muy feliz si eso fuera así.….Para los párpados, las pupilas, el globo ocular y la forma de los ojos imite lo mas posible los suyos. La córnea podrá ser recubierta con un barniz o esmalte. Sería encantador si se le pudiesen bajar los párpados sobre los ojos….. Los senos, si le parece, me gustarían muy detallados. ……El modelo perfecto está dado por los de Helene Fourment en el librito sobre Rubens donde ella tiene a uno de los muchachitos contra ella…. La piel, en fin, que sea como la de un melocotón y no permita costuras allí donde piense que me sentarían mal o me recordarían que este fetiche es un miserable muñeco de trapo"
Hermine Moos terminó como pudo aquella odiosa muñeca en los primeros meses de 1919 y la envió en una gran caja a la casa de Kokoschka el cual debió experimentar una gran frustración al verla a juzgar por la carta que le dirige a Hermine en abril de ese año: "Querida señorita Moos. ¿Que vamos a hacer ahora? Francamente, estoy horrorizado con su muñeca que, aunque yo he estado presto en reducir un poco mis fantasmas en provecho de la realidad, contradice en demasiadas cosas lo que yo esperaba de ella y lo que esperaba de usted …..Yo esperaba que ella me aportase una cierta ilusión que me ha sido cruelmente arrancada y ahora no sé que va a pasar…..Toda esta historia se desmorona como un montón de trapos"
La muñeca, a pesar de no ser del agrado del pintor sería utilizada como modelo para el cuadro que hoy vemos "Mujer en azul" para el que Kokoschka realizaría un gran número de estudios previos y bocetos. En él, la muñeca aparece vestida con un traje azul, seguramente con alguno de los vestidos de alguna bella mujer y que el decía conservar en Viena. Sus pechos asoman provocativamente ofreciéndose al espectador ignorante este de la materia de la que están fabricados. Su cabeza descansa relajada sobre una de sus manos mientras la otra permanece abierta en otra clara incitación al contacto.
De la muñeca pintaría otro retrato en 1920, en el que también aparece Kokoschka junto a ella denominado "Autorretrato con muñeca", un cuadro en el que la muñeca seguramente ya había desaparecido de la vida del pintor pues como él cuenta: "Finalmente, cuando ya la había dibujado y pintado una y otra vez, decidí deshacerme de ella. Me había ayudado a curarme completamente de mi pasión. Organicé una gran fiesta con champán y música de cámara, en la que mi doncella Ruserl exhibió a la muñeca con sus hermosos vestidos por última vez. Cuando empezó a amanecer -yo estaba bastante borracho, como todos los demás-, la decapité en el jardín y vacié una botella de vino tinto sobre su cabeza."
Se cuenta que a algún vecino o transeúnte, no conocedor de la fiesta, le pareció observar un cadáver decapitado en el jardin de la casa y avisó a la policía, la cual, después de examinar el citado cadáver se marchó sin pedir más explicaciones. Al día siguiente, alguien se llevaría los restos de aquella muñeca, tal vez para regalársela a alguna niña o, tal vez para guardarse aquel precioso vestido azul perteneciente a alguna famosa mujer.
"La mujer en azul" se conserva en la Staatsgalerie Stuttgart, Alemania, donde puede contemplarse. De la "muñeca" solo se conservan algunas fotos en las que se la ve con su creadora Hermine Moos, fallecida esta en 1928 a los cuarenta años de edad a causa de una sobredosis de veronal. Hermine descansa en el cementerio judío de Munich.
Qué bueno!
ResponderEliminarUn amor obsesivo y un fetichismo llevado al límite pero, sin duda, una bella pintura de este pintor expresionista. Por lo que nos cuentas en tu entrada de " La novia del viento" Alma Malher debía ser una " femme fatale".
ResponderEliminarSaludos
Segundo intento, te decía que es impresionante la descripción de los entresijos de este cuadro que me ha revuelto las tripas al leer esas palabras entrecomilladas de una mente enfermiza, no sólo fetichista. Comprendo a Alma Mahler y sus deseo de abandonar al pintor porque se sentía presa de él.
ResponderEliminarMe da repelús mirar la esta obra, sin embargo la que citas "La novia del viento", me encanta, seguramente será porque en este veo el drama de la personalidad de su autor.
Muchas gracias, no dejes nunca de explicarnos obras maestras, lo haces tannnnnnnnnnnnnnnnnn bien, que son alimento para mi parte interior.
Abrazos.
A qué extremo enfermizo llegó el pintor, y raro me parece que Hermine Moos se plegara a ese capricho vudú. Desde luego la pintura transmite una ánimo siniestro y cercano a una representación de crimen sexual.
ResponderEliminarOskar Kokoschka, no lo conocía.
ResponderEliminarSiempre explicas muy bien la vida del pintor y las emociones que vivió al ejecutar la obra, me gusta el trabajo que realizas.
Un buen domingo.
Interesante relato sobre los pormenores de este cuadro del cual no sabía nada, pero en fin, perpleja me deja la pasión y al mismo tiempo la ilusión y la fe que alguien pone en una triste muñeca. Si hoy parece una ardua tarea complacer al pintor, años ha, era una Quimera o lo que viene a ser lo mismo estar soñando despierto. La frustración debió ser enorme menos mal que nos dejo el cuadro.
ResponderEliminarUn cordial saludo.