Suzon se quedó por unos momentos pensativa. Edouard había tomado unos breves apuntes y quería que posase para él, mañana en su estudio. Ella no era una modelo profesional, era una camarera del Folies- Bergére pero había aceptado la petición de aquel pintor medio inválido que aparecía por allí de cuando en cuando.
A veces, se sentía una camarera irreal en un mundo fantástico. Un mundo lleno de espejos que devolvían imágenes que no existían. Pero eso, a ella, no le importaba demasiado. Ella veía la realidad, no lo que los demás veían reflejado en aquellos espejos.
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