No la había visto nunca en ropa interior pero podría describir una por una todas sus prendas íntimas de tanto verlas bailando al viento. Ella las intentaba ocultar de mi visión tapándolas con sábanas o con prendas de mayor tamaño pero no podía evitar ese momento en que tenía que sacarlas del cesto e irlas colocando habilmente en aquellas cuerdas que sostenían a duras penas esas ingentes coladas.
Sé que ella sabía que yo la observaba detrás del visillo de mi ventana. Cuando terminaba de colgarlas siempre miraba hacia mí y esbozaba una tímida sonrisa antes de volver a su secreto mundo.
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