Richard Lindner soñó con una "reunión" en la que mezclar hombres, mujeres y hasta animales que le pudieran hacer revivir su pasado en la vieja Alemania, es decir su familia, su niñez, sus vivencias y a la vez que le mostrasen el aire de la joven América, de sus nuevos amigos, de la modernidad,......
De ese sueño nació este cuadro.
En él sentó al rey Luis II de Baviera, rey al que admiraba por haber visitado en su infancia los fastuosos palacios en que había vivido este hombre. A ambos lados del cuadro puso a sus amigos pintores Hedda Sterne y Saul Steinberg, judíos inmigrantes como él y afincados en Nueva York. Vestida de rojo y con un aire de exquisitez situó a su también amiga, la fotógrafo alemana Evelyn Hofer. La carnosa y encorsetada mujer que da la espalda al espectador la colocó en recuerdo de la cocinera que trabajaba en su casa de Núremberg pero, convertida en imagen erótica después de ataviarla con uno de aquellos corsés que fabricaba su madre en la empresa familiar. Del gato, el propio Lindner dijo que era la imagen ampliada de un gato que tenía Steinberg llamado Florián y que, prácticamente, comía en la mesa con sus dueños y con la servilleta anudada al cuello. La cara del gato tiene su doble en el dibujo que luce en la espalda el corsé de la imaginaria cocinera.
Un cuadro lleno de simbolismos y con el que se siente uno hipnotizado al contemplarlo. Tal vez por la mirada de Florián.
Aprovecho para devolverte la pelota... Muy interesante este blog que llevas. Pintura + Literatura. Toda la literatura (pensamientos, sensaciones, metáforas, historias), tan inmensa, que es capaz de inspirarnos la pintura.
ResponderEliminarEnhorabuena a ti también y ¡suerte!
De momento, ya tienes otro entusiasta seguidor. ;)
Esperando que pases por aquí a menudo,cuenta con mi frecuente espionaje a tu variado blog del que es posible que robe, más de una vez, alguna de tus variadas y prolíficas ideas.
ResponderEliminarSaludos.