Cerramos hoy la trilogía dedicada a Madame Recamier con este cuadro surrealista de Magritte.
Irónico y cruel a la vez, Magritte utiliza su llamado "realismo mágico" para jugar, como siempre, con lo que vemos en el cuadro y lo que de verdad esconde.
Aquí, en un recordatorio de lo efímero de la vida y de sus lujos y placeres, Juliette Recamier ha sido sustituida por un féretro dispuesto en la misma posición que ella adoptaba posando para el pintor Jacques-Louis David. El glamour, la riqueza y la belleza han desaparecido y solo queda ese vestido helénico apresado por un ataúd que descansa sobre el triclinio a la espera de que termine la sesión de posado.
Este cuadro, pintado en 1951, se conserva en la Galería Nacional de Canadá, Ottawa.
Personalísima visión de la realidad la que realiza Magritte, siempre provocador, mostrándonos otra realidad que por supuesto también existe, sólo hay que poner un poco de atención y desgranar su significado.
ResponderEliminarEn este cuadro te encuentras de bruces con una realidad que cualquiera trataría de eludir y casi resulta cruel si la comparamos con el placer de vivir la vida expuesto en el cuadro anterior.