Federico Beltrán Massés (1885 – 1949) fue un gran pintor nacido en Cuba de padres españoles y que recogería en sus primeros años de aprendizaje en España las enseñanzas impartidas en Madrid y Barcelona por sus maestros Joaquín Sorolla y Antoni Cabo.
Considerado un pintor del periodo de transición entre el tardo simbolismo y el modernismo o Art decó bebió en las fuentes de sus coetáneos Zuloaga, Romero de Torres y Anglada Camarasa. De Zuloaga y Romero de Torres capta esa esencia de la España Negra y esas mujeres morenas con influencias goyescas a las que aportará su toque erótico desnudándolas y dejándolas solo con su mantilla y la peineta. Majas marquesas, majas malditas, majas lesbianas, majas de luto y majas con abanico, todas ellas con una fuerte carga de sensualidad, poblarán sus lienzos provocando la sorpresa y también la crítica en la sociedad decadente de principios de siglo.
Su paso por París y Londres donde conoce a simbolistas como Rousseau y Whistler son la antesala del éxito al triunfar espectacularmente en la Bienal de Venecia de 1920.
Afincado en París recorre el camino de la gloria exponiendo en Nueva York, Los Ángeles, Londres y recibe condecoraciones de medio mundo cultural: Invitado de honor de la Sociedad Nacional de Bellas Artes de Francia (1921), miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1924), comisario de la Exposición Internacional de Bellas Artes de Burdeos (1928), miembro de honor de la Hispanic Society of América (1939), etc.
Los aristócratas, los papas, los reyes y los políticos de medio mundo se disputan el honor de ser retratados por Beltrán posando para él personajes como el Sha de Persia, el rey Alfonso XIII, Jorge VI, Humberto II de Italia, el papa Pío XII, Jorge II de Grecia, el Maharaja de Kapurtala y muchos más que añadir a una larga lista de famosos de la época en la que no faltarán los procedentes del mundo de la fiesta y el espectáculo que el reflejará a través de sus cuadros en los que el tema son esas fiestas, los bailes, el lujo, y el erotismo elegante y refinado.
Para él posarán las estrellas del cine, del Hollywood que se estába formando en aquellos años 20 dos de las cuales aparecen en este cuadro que hoy vemos: Rodolfo Valentino y Pola Negri
Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi di Valentina más conocido como Rodolfo Valentino era un pobre emigrante italiano que había trabajado en Nueva York como friega platos y jardinero hasta que después de trasladarse a Hollywood había conseguido introducirse en el naciente mundo del cine en pequeños papeles secundarios. El éxito le llegaría en 1921 con su interpretación del papel de Julio en "Los Cuatro jinetes del Apocalipsis" y posteriormente con "La dama de la camelias". A raiz de estas películas su éxito sería imparable y su imagen llegaría a despertar grandes pasiones entre las mujeres y también entre el mundo homosexual masculino de aquellos años. Su muerte cuando solo contaba 31 años, debida a la perforación de una úlcera de estómago, produjo una gran convulsión entre todos aquellos que le amaban o le admiraban.
Entre ellos estaba una mujer llamada Pola Negri.
Pola Negri, era una actriz polaca que había tenido la suerte de trabajar con éxito para el director alemán Ernst Lubitsch lo que le había reportado un jugoso contrato con Hollywood a donde marcharía. Allí conocería a Rodolfo Valentino después de terminado su anterior romance con Charlie Chaplin enamorándose ambos perdidamente.
Se cuenta que en el funeral de su amado, en 1926, se lanzó o se desmayó encima de su ataúd lo que no fue bien visto por la sociedad americana contribuyendo a su declive en el mundo de la cinematografía. Pola Negri volvió a Europa donde trabajó en algunas películas llegándose a comentar que era la actriz favorita de Adolf Hitler. En 1938 salió de Alemania donde las autoridades nazis la estaban empezando a colocar la etiqueta de ascendencia judía volviendo nuevamente a Estados Unidos donde residiría hasta su muerte, acaecida cuando contaba 93 años.
En este romántico cuadro de Beltrán Masses se les ve a ambos a la luz de la luna delante de lo que parece ser un embarcadero con una gran embarcación situada en él. Rodolfo Valentino, canta acompañado de una guitarra, mientras ella, elegantemente vestida, mira a ninguna parte.
Este cuadro, de propiedad particular, se puede contemplar estos días en el Museo Diocesano de Barcelona con motivo de la exposición que con el nombre de "Un pintor en la corte de Hollywood" se dedica a una parte de la obra de este gran pintor olvidado, Federico Beltrán Massés.
Más obra de este pintor se puede ver en este agradable video.