Con estas palabras se cuenta que se expresó el pintor Benoit Guichard cuando se dió cuenta del talento que para la pintura tenían sus dos alumnas, Edma y Berthe Morisot, a las que su madre, la Sra Morisot, había decidido convertir unos años antes, en 1858, en unas buenas pintoras con el objeto de que le hicieran un cariñoso regalo de cumpleaños a su padre.
No eran para menos las palabras de Guichard debido a los progresos que había observado en aquellas dos jóvenes y que ya reclamaban un profesor menos clasicista que Guichard, alguien que las formase en la pintura al aire libre, en una pintura que fuera capaz de reflejar en pocas sesiones lo que sus ojos veían a su alrededor.
Abandonados los estudios academicistas en el Louvre de la mano de Guichard, conocerían con tan solo 20 o 21 años a Camille Corot, un renombrado paisajista de la Escuela de Barbizón y máximo representante de ese tránsito en la representación del paisaje clásico al paisaje realista y que se estaba produciendo al margen de todas las escuelas. Corot las admitiría como alumnas suyas recibiendo de él sus enseñanzas durante unos años en los que empezarían también a tomar contacto con los círculos artísticos parisinos.
A partir de 1864, Edma y Berthe Morisot son admitidas en el rígido Salón de París, exponiendo a partir de entonces con regularidad y con una buena crítica por parte de su jurado.
1868 cambia la trayectoria profesional de ambas hermanas al enamorarse Edma de un tal Adolphe Portillon, un oficial de marina y antiguo amigo de Edouard Manet cuando ambos se preparaban para ingresar en la Academia Naval Francesa y, por otra parte, Berthe conoce, curiosamente, a Edouard Manet a través del pintor Fantin-Latour, el cual se lo presenta en el Louvre.
Un año después, Edma Morisot se casa y abandona el mundo de la pintura, mundo en el que seguirá su hermana Berthe, muy influenciada en esos primeros momentos a través de su relación con Manet con el que le llegará a unir una gran amistad y para el que posará en numerosos retratos. Esa influencia irá cambiando progresivamente de lado siendo Berthe Morisot la que acabe aconsejando a Manet que exponga con el movimiento impresionista del cual ella se convertirá en miembro y partícipe incondicional en todas las exposiciones de la llamada "Sociedad Anónima de pintores, escultores y grabadores", sociedad que celebrará su primera exposición en París en 1874 y en la que se bautizará a ese grupo de pintores como los impresionistas.
En esa exposición presentó Berthe Morisot el cuadro que hoy traemos aquí, "Le Berceau" (La Cuna).
En “Le Berceau”, Berthe Morisot retrata a su hermana Edma contemplando amorosamente a Blanche, su segunda hija, nacida unos días antes, mientras parece correr el velo de la cuna aumentando así el momento intimista entre las dos. El cuadro, destila esa dulzura que inspira la maternidad y que solo una mujer puede ser capaz de pintar. Un bellísimo cuadro que como indica el Museo d'Orsay en su comentario al mismo, fue considerado por la crítica como un cuadro elegante y con gracia pero que no tuvo mayor repercusión.
El cuadro permaneció en la familia Portillón y fue comprado en 1930 por el Museo del Louvre a la niña del cuadro, Blanche Portillón, (de casada Mme Forget), pudiéndose contemplar en la actualidad en el Musée d'Orsay, Paris,
Berthe Morisot se casó en 1874 con Eugene Manet, un hermano de Edouard Manet y siguió pintando hasta su muerte dejando más de 600 obras entre óleos y dibujos siendo uno de los mayores representantes del impresionismo pero no suficientemente valorada ni reconocida.
Una pequeña muestra de la obra de Berthe Morisot se expone estos días en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Puedes ver algo más de su obra en este video.