En la última entrada publicada en este blog hablábamos de la obra que realizaron dos grandes pintores, Paul Gauguin y Meijer de Haan, durante su estancia entre los años 1889 y 1890 en la localidad francesa de Le Pouldu. Comentábamos en dicha entrada que ambos pintores habían vivido durante ese periodo en una posada llamada "Buvette de la Plage", una posada situada cerca del mar y regentada por una mujer llamada Marie Henry cuyo amor acabarían disputándose los dos inclinándose Marie por De Haan, el hombre menos agraciado de ambos pero, tal vez, el que consiguió en aquel frío invierno de la Bretaña francesa llegar más hondamente al corazón de aquella joven madre soltera.
Comentábamos también que, seguramente, Gauguin asistió celoso y derrotado a aquel amor y aunque la relación, pactada e interesada ente ambos pintores, fue correcta y duró mientras duró el poder adquisitivo y pecuniario del pudiente De Haan, es evidente que Gauguin dejó para la posteridad la muestra del rencor que había nacido en él hacia aquel judío feo y jorobado que le había arrebatado unas horas de placer con la joven Marie.
Aquel rencor quedó patente en los misteriosos retratos que Gauguin realizó a su compañero tratando evidentemente de satirizarlo y degradarlo de cara a los ojos de los demás, retratos que entrarían a formar parte, muchos de ellos, de la decoración masiva que ambos pintores y algunos de sus amigos colgaron o realizaron sobre las paredes, ventanas y puertas de la "Buvette de la Plage". Entre ellos estaba este cuadro que hoy traemos a nuestro blog y que fue colocado en el comedor de la fonda haciendo juego y en simetría con un autorretrato del propio Gauguin situado en la misma pared.
En este cuadro, Gauguin pinta a De Haan vestido con un llamativo blusón rojo, con el pelo erizado y pintado de color zanahoria asomando por debajo de su gorro y acariciándose su rojizo bigote con una mano que más bien parece una garra mientras observa con sus ojos saltones dos libros colocados delante de él e iluminados por la luz de una lámpara, dos libros que solía leer De Haan, el "Sartor Resartus" el libro más conocido del escritor escocés Thomas Carlyle y en el que se parodia a Hegel y el idealismo alemán a través del personaje Diógenes Teufelsdröckh (literalmente: Estiercoldeldiablo) y el "Paraíso Perdido" del ingles John Milton, título que daría también Gauguin a uno de sus cuadros pintados en Le Pouldu.
El autorretrato de Gauguin colgado en la misma pared de la posada, hecho también de forma caricaturesca y en el que él se representa con los atributos de la santidad, con un nimbo sobre su cabeza y bajo las ramas del "Arbol de la sabiduría" de las que aún penden las manzanas mientras él resiste la tentación de la serpiente que se desliza por sus dedos, contrasta con el que pinta a De Haan en el que este presenta un aspecto satánico y las manzanas del deseo reposan en el frutero indicando que De Haan ya perdió su estado de gracia divina, que ha cedido al pecado.
A De Haan lo retratará varias veces y siempre con un cierto aire lascivo, con ojos o garras de zorro y con las orejas puntiagudas, como por ejemplo, en su "Nirvana. Retrato de Meyer de Haan" en el que lo representa con ese aspecto y con un aire budista mientras, a sus espaldas, unas mujeres desnudas se agitan en una playa y él sujeta en sus manos una serpiente que adopta la forma de la G de Gauguin en la firma del cuadro. También es un zorro, en el que todos han querido ver la imagen de De Haan, el que cruza su pata sobre el pecho de una doncella tumbada sobre un prado en el cuadro "La perdida de la virginidad" pintado también en Le Pouldu.
La fijación o el rencor por aquella derrota amorosa inflingida por De Haan a Gauguin debió quedar fuertemente fijada en el subsconciente de este último pues, la obsesión por retratarle siempre con ese aire de degenerado presto a saltar sobre su presa, volverá a aparecer doce años más tarde, muerto ya hace tiempo De Haan, en el cuadro "Cuentos bárbaros" hoy en el Museo Folkwang de Essen en Alemania. En él se puede ver a dos mujeres tahitianas sentadas en el campo y detrás de ellas, observándolas, con sus pies como garras y acariciándose el bigote, está Meyer De Haan con un gesto igual al que mostraba años antes a la luz de la lámpara.
Evidentemente, De Haan fue un elemento recurrente dentro del simbolismo del que Gauguin fue un claro exponente como pintor aunque, no se puede descartar el lado oscuro y humano de Gauguin, un hombre que, como comentaba Hilton Kramer, no perdonó a nadie, ni siquiera a él mismo, un personaje bastante desagradable del que cuando decidió abandonar Tahití en 1901, dos años antes de su muerte, casi nadie tuvo una buena palabra que decir de él.
Este cuadro, pintado en 1889 y que pasó a ser propiedad de Marie Henry junto con todos los que quedaron en su fonda a la marcha de los pintores, se puede contemplar en el Museum of Modern Art (MOMA), New York.
Puedes ver más obra de Gauguin en Le Pouldu asi como detalles de los cuadros citados pulsando aquí.