A la muerte de Leonora Carrington (1917-2011), casi todos los periódicos que incluyeron entre sus páginas una necrológica u obituario encabezaron las mismas con la siguiente frase: "Ha fallecido la última de las surrealistas".
Curiosamente, Leonora Carrington, la pintora, escultora, escritora, grabadora y diseñadora de joyas, nunca quiso identificarse ni encuadrarse dentro de lo que se llamó el movimiento surrealista femenino y al que pertenecieron pintoras de la talla de Leonor Fini, Dorothea Tanning, Remedios Varo, Frida Kahlo o Maruja Mallo entre otras.
Nacida en Lancashire, un condado de Inglaterra bañado por el mar de Irlanda y asentamiento durante la Edad del Hierro de antiguas tribus celtas conocidas como los brigantes, desde muy pequeña se enfrentó a la existencia de dos mundos que la marcarían. Por un lado, su mundo familiar, patriarcal, tremendamente rígido y lleno de convenciones y por otro, el mundo fantasioso e irreal generado en su interior a raíz de sus lecturas fantásticas y de los relatos celtas que desde niña le contarían su madre, su abuela y su aya irlandesa.
El interés por el arte la mueve en 1936, a pesar de la oposición paterna, a estudiar Bellas Artes en la academia londinense Amedée Ozenfant a través de la cual llegará a conocer la obra del pintor surrealista Max Ernst y mas tarde al propio pintor. La personalidad de este influirá tremendamente en Leonora que llega a enamorarse profundamente de él. A pesar de su diferencia de edad, - ella tiene 20 años y él 47 - y a pesar de que Ernst es un hombre casado, ella inicia una relación sentimental con el pintor que culminará con su huída a París, ciudad en la que se establecerá con Ernst y en la que entrará en contacto con personajes tales como Joan Miró, Paul Éluard, Salvador Dalí, Marcel Duchamp, André Breton o Pablo Picasso.
Por esas fechas - estamos hablando de finales de 1938 - Max Ernst, junto con otros surrealistas, forma parte del grupo "Kunsler Bund", un grupo formado por intelectuales contrarios al avance fascista que se está apoderando de Europa. Max será detenido en dos ocasiones siendo internado la segunda vez en un campo de concentración lo que producirá una grave depresión a Leonora que huye a España en 1940 donde, a instancias de su padre, será ingresada en Santander en un manicomio víctima de una profunda crisis mental que la retendrá ingresada cerca de un año.
En 1941, Leonora Carrington, huye del manicomio y consigue llegar a Lisboa donde se refugia en la embajada de Méjico. De allí saldrá casada a través de un acuerdo amistoso con el poeta mejicano, Renato Leduc, al que había conocido en Paris a través de Picasso, y que le acompañará en barco hasta Nueva York y después a Méjico donde se divorciarían al poco tiempo.
En la ciudad de México comienza la segunda etapa de la vida de Leonora Carrington entregándose a la escritura, la pintura y la escultura, actividades que no abandonará hasta su muerte a los 94 años. Allí se volvería a casar en 1944, esta vez con Emérico "Chiki" Weisz, un fotógrafo húngaro exiliado también a Méjico y que había trabajado durante la Guerra Civil Española como ayudante del famoso fotógrafo y fundador de la Agencia Magnun, Robert Capa. A "Chiki" se debe la salvación de gran parte del material fotográfico de la Agencia Magnun, material que el conseguiría enviar a Méjico desde Marsella antes de que los nazis se encautasen de ese valioso documento histórico. De su matrimonio nacerían dos hijos.
El cuadro de Leonora Carrington y que hoy traemos aquí es una de sus obras más conocidas, su "Autorretrato", titulado también como "En el albergue del Caballo del Alba"
Pintado en 1937 y marcado por la influencia que en ese periodo tuvo sobre su pintura la relación con Max Ernst, Leonora se autorretrata en una casi desnuda habitación, sentada en una elegante silla, vestida con una especie de pantalones de montar y con un brazo extendido como sujetando las riendas de un caballo imaginario que la transporta al galope haciendo que su pelo ondee al viento. A través de una ventana por la que entran las primeras luces de la mañana, se divisa a lo lejos a un caballo galopando por un prado. Un balancín con forma de caballo, colgado o anclado a la pared, y lo que parece ser una hiena hembra dotada de unos ojos y una mirada casi humana, completan la escena
Son muchas las interpretaciones que del cuadro se han hecho y muchas las que se podrían hacer. Se ha dicho que Leonora siempre sintió admiración por los caballos y que en más de una ocasión comentó que de pequeña siempre quiso ser un caballo. Sus caballos blancos aparecen en decenas de sus cuadros. Por ello, se ha dicho que en este cuadro se representa el despertar, el amanecer vital y sexual de Leonora. Por un lado esta el pasado, representado en ese caballo inmóvil, anclado a la pared. Por otro, el futuro, la vida y la libertad serían el caballo que galopa libre en la lejanía. El presente es esa habitación, esa silla, ese momento. Con respecto a la hiena hembra, se sabe que este animal posee un clítoris hipertrofiado que se llega a confundir con un pene. Leonora nos estaría planteando aquí una alegoría de la sexualidad.
En cualquier caso, Leonora Carrington siempre dijo que no había que buscar simbolismos en su pintura, "Que cada quien lo explique a su manera, incluyendo a los críticos de arte, en los que no creo. A cada quien le sale lo que le sale. ¿El mundo que pinto? No sé si lo invento, yo creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mí", afirmaba. La pintura de Leonora es toda fantasía. Abundan en sus cuadros los "sidhe", misteriosos personajes que según la mitología celta habitan las colinas de las hadas, los caballos blancos, extraños pájaros, los duendes y todos los misteriosos personajes oníricos de los cuentos que ella leyó y de las historias que su nana irlandesa le contó cuando era niña.
Leonora Carrington dejó una gran obra en su retiro mejicano donde vivió durante setenta años y donde permaneció escondida a los ojos del resto de los mortales a excepción de sus grandes amigas, la pintora española Remedios Varo, de la que hablaremos algún día y la escritora Elena Poniatowska que reflejó su vida en su novela, "Leonora". El director de cine Javier Martín-Domínguez, autor de un reciente documental sobre la Carrington comentaría que: "Leonora ha sido uno de los secretos mejor guardados de México".
Este cuadro se conserva en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York integrado en la "The Pierre and Maria-Gaetana Matisse Collection".
Pulsando aquí puedes ver una interesante entrevista de Javier Martín-Dominguez con Leonora Carrington y pulsando aquí más obra de esta pintora.
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