miércoles, 21 de marzo de 2012

El abrazo - Juan Genovés




Parece como si los cuadros de nuestros museos se hubieran organizado y en alguna de esas largas noches, cuando solo los pasos de los vigilantes resuenan en las salas o almacenes donde cuelgan de sus paredes o se apilan en grandes cajones, hubieran decidido agruparse y hacerse escuchar, a través de algún insospechado método, por almas amorosas capaces de oír su silencio.

Igual que, cuando las puertas de los grandes almacenes se cierran, los maniquíes ríen y lloran y se aman y copulan, también los cuadros se hablan y se cuentan sus alegrías y sus temores y traman sus estrategias para salir del oscuro abandono en el que a veces están y así hemos visto estos últimos meses como nuestra "Gioconda del Prado" ha saltado a la fama después del más terrible anonimato o como la verdosa "Mujer en azul" luce radiantes su sonrojadas mejillas después del amoroso trato recibido.

También en esa espera por conseguir su pase a la admiración y el alterne con nosotros, los visitantes de museos, está este cuadro que hoy visitamos en la clandestinidad, "El abrazo".

Este cuadro, icóno de nuestra transición de la dictadura a la democracia constitucional, es objeto de comentario y de nuestras miradas a raíz, hace unas semanas, de una intervención parlamentaria realizada por la diputada de IU, Asunción de las Heras, en la que preguntaba al nuevo gobierno si "El abrazo" se colgará en las paredes de la Cámara Baja de acuerdo a lo que había prometido su anterior presidente el Sr. Bono.

Pintado en 1976 por el pintor valenciano Juan Genovés, (1930), ha permanecido prácticamente toda su vida en sombras o ha sido expuesto a veces, curiosamente, como objeto de discordia a pesar de su manifiesta invitación a que nos abracemos.

Catalogado como uno de los genuinos cuadros de nuestro "pop art" crítico español de los 70 y compañero de fatigas de otros similares como los que realizarían los grupos pictóricos también valencianos, Equipo Crónica ó Equipo Realidad, nació seguramente de la idea de la reconciliación nacional que sentiría Genovés al morir Franco, él que siempre había luchado con su pintura y con sus ideas contra el sistema establecido y junto a pintores de la talla de Saura o Canogar y dentro de grupos tan representativos como lo fueron Parpalló y Hondo.

La historia de este cuadro comienza cuando ese mismo año de 1976, unos representantes de la Junta Democrática de España - todavía en la clandestinidad y durante la presidencia de Arias Navarro - le pidieron a Genovés que les dejase un motivo pictórico para usarlo como imagen en unos carteles que se iban a imprimir para pedir la liberación de los presos políticos quedando elegido "El abrazo" como motivo para dichos carteles, de los cuales, se haría una tirada de 25.000 ejemplares que sería secuestrada nada más imprimirse y que le costaría a Genovés una semana de estancia en los calabozos de La Puerta del Sol por colaborar en la distribución de propaganda subversiva.

También la imagen de este cuadro pasaría a ser la que figuraría en los carteles de la ONG Amnistía Internacional, ONG que comenzaba a instalarse en España por esas fechas. Uno de estos carteles colgado en un despacho de abogados laboralistas en la calle Atocha de Madrid quedaría manchado de sangre el 24 de enero de 1977 al penetrar en este despacho un comando terrorista de ultraderecha que asesinaría a cinco de los abogados de ideología socialista. En recuerdo de esta matanza, el propio Genovés realizó en 2003 una escultura en la calle Antón Martín de Madrid que reproduce su cuadro de "El abrazo".

El cuadro, posteriormente, fue vendido en Nueva York a finales de los setenta a un coleccionista de Chicago y recomprado en 1980 a la Galería Malborough gracias a las gestiones del gobierno de Adolfo Suarez, volviendo nuevamente a España. Una vez aquí se destinó al Museo Español de Arte Contemporáneo pero más de una mano negra impidió que se colgase de sus paredes siendo escondido en los almacenes del museo hasta que sucesivas denuncias permitieron localizarlo y exponerlo.

Con motivo de la desaparición del Museo Español de Arte Contemporáneo en 1988 y la creación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid el cuadro viajó a este último, quedando encarcelado en sus almacenes y siendo expuesto esporádicamente y muy de tarde en tarde, la última, al parecer, en 2001.

Algunos afortunados, entre los que me encuentro, tuvimos ocasión de contemplarlo en el 2009 en el Centre del Carme, Valencia, antes de viajar a Londres donde también se expuso ese año en una retrospectiva de la Malborough, galería con la que Genovés trabaja en exclusividad desde 1966.

Hace unas semanas, con motivo de la conmemoración del 35 aniversario de la matanza de los abogados de  Atocha, "El abrazo" volvió a la mente de algunos y fruto de ello fue esa pregunta de la diputada de IU y que comentábamos al principio. El Director del Reina Sofía ha asegurado que estaba previsto que este cuadro se expusiese nuevamente en el Museo a partir de marzo pero que pensaba que no habría ningún inconveniente en que se autorizase el depósito del cuadro en la Cámara Baja.

Esperemos que se pongan de acuerdo las instituciones y que este icono de una parte de nuestra historia cuelgue a la vista de los que queramos o podamos verlo, mejor si es un museo y alejado de ese mundo de los políticos que tanto daño le hizo.

Pulsando aquí puedes ver un video sobre una exposición de parte de la obra más reciente de Genovés.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Mujer en azul - Pablo Picasso



Llevamos unos meses durante los cuales, los amantes del arte, gozamos viendo como algunas de las silenciosas mujeres que colgaban de las paredes de nuestros mejores museos nacionales salen del ostracismo y la mirada indiferente para convertirse en admiradas y casi deseadas "superwomans" después de las operaciones de cirugía estética a las que han sido sometidas.

Hace solo unas semanas relatábamos aquí como nuestra "Gioconda del Prado" mostraba orgullosa el juvenil tono de su piel, fruto del "lifting" restaurador, poco antes de marchar a París donde seguramente provocará la envidia de su ictérica hermana y también, estos últimos días, nos congratulamos con las noticias provenientes del Museo Reina Sofía que nos cuenta que la "Mujer en azul", tan verde ella, ha recobrado sus azules perdidos y luce esplendorosa, desafiante y sexual después del largo tratamiento realizado para devolverla al museo como lo que era, una mujer en azul.

La historia de este último cuadro "Mujer en azul" es un poco extraña, con su lado oscuro y desconocido pero, algo sabemos de él.

Picasso lo pintó en los primeros meses de 1901, cuando apenas contaba 20 años. Había llegado a Madrid en enero de ese mismo año después de haber pasado una temporada en París y en Barcelona con su íntimo amigo y compañero de correrías, el poeta y pintor catalán, Carlos Casagemas, el cual, una vez pasadas las Navidades juntos en Málaga en la casa del pintor malagueño, se había vuelto a París.

Picasso montaría en la calle Zurbano, en un antiguo y gigantesco almacén o granero, su estudio madrileño en el que comenzaría a pintar cuadros muy coloristas como lo son su "Mujer en azul" o su "Mujer con sombrero de plumas" y en los que se aprecian las influencias de los postimpresionistas que había conocido en París, principalmente de Toulouse Lautrec así como del nabi, Pierre Bonnard y también del catalán, Isidre Nonell, con quien había compartido estudio en París unos años antes en 1897. Muchos de estos cuadros los pintará sin modelos conocidas según relata Pío Baroja en sus memorias: "Pablo Picasso, cuando estuvo en Madrid, había tomado un estudio en la calle de Zurbano, y se dedicaba a pintar de memoria figuras de mujeres de aire parisiense, con la boca redonda y roja como una oblea". Con Pío Baroja, así como con Miguel de Unamuno y otros intelectuales del Madrid de principios de siglo, entablará una relación fluída a través de la revista "Arte Joven" una revista que Picasso funda a instancias de su amigo Francisco de Asís Soler, el cual le ha hecho venir a Madrid con el fin de intentar implantar en la capital esa tendencia artística denominada modernismo y que avanzaba desafiante en Barcelona frente al clasicismo imperante en Madrid.

No aguantará mucho tiempo Picasso en Madrid. Hacia finales de febrero recibe la noticia de que su amigo Casagemas se ha suicidado el día 17 pegándose un tiro en el café "La Rotonde" de París al no poder soportar la depresión que sufría tras el abandono de una tal Germaine, una bailarina del Moulin Rouge y de la que estaba profundamente enamorado. Esta noticia produce una gran conmoción a Picasso que afectará de manera significativa a su obra posterior. Por otra parte, su trabajo en la revista "Arte Joven" no logra tampoco saciar su mundo interior a pesar de sus colaboraciones como pintor y dibujante en los tres primeros números de la misma. Todo esto, unido al gélido invierno madrileño que hace imposible calentar el destartalado estudio de Zurbano, hacen que Picasso marche de Madrid a principios de mayo con destino a París para no regresar ya nunca más a la capital de la que nunca guardará buen recuerdo. Antes de marchar a París presentará en abril su "Mujer en azul" en la Exposición Nacional de Bellas Artes en la que no obtiene gran éxito aunque, recibe una mención honorífica por dicha obra, mención que Picasso no acudirá a recoger dejando también abandonado en la sala de la Exposición este cuadro, un cuadro considerado el preludio de su llamada "época azul".

Olvidado por su autor, "Mujer en azul" es enviado a algún almacén dependiente de Bellas Artes y allí dormirá durante más de cincuenta años hasta que en 1954 es descubierto en los fondos del entonces Museo Nacional de Arte del Siglo XX por el recién nombrado director del mismo, Enrique Lafuente Ferrari, un eminente profesor de Bellas Artes y un estudioso de la obra de Goya y Picasso y que quedará sorprendido al encontrase con un cuadro en el que descubre la firma de un tal "P. Ruiz Picasso", tal y como firmaba el malagueño antes de realizar esta obra a partir de la cual firmaría únicamente como "Picasso". Incorporado al museo pasará posteriormente, en 1974, a la colección del Museo Español de Arte Contemporáneo y en 1988 a la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid donde se puede contemplar en la actualidad.

De "Mujer en azul" no se conoce la identidad de la modelo. Pudo haber sido pintado de memoria, como decía Baroja, o pudo haber posado para él una cortesana o prostituta elegantemente vestida a la usanza de la sociedad aristocrática del Madrid de principios de siglo, con su amplia y adornada falda velazqueña sobre la que cae la faja verde anudada a su cintura y con un enorme lazo azulado en forma de mariposa, que enmarca un rostro apenas detallado y en el que destacan esos labios rojos que nos recuerdan a los de las prostitutas que pintaba Lautrec deambulando por el Moulin Rouge.

Cortesana o no, a sus casi 112 años luce, como decíamos al principio, magnífica después de que los trabajos de restauración hayan eliminado esos barnices amarillentos que mezclados con los azules verdeaban su imagen. Si pudiera hablar, a pesar de los más de cincuenta años pasados en la oscuridad, esos labios tan llamativamente coloreados nos contarían historias que nos encandilarían y asombrarían pero.....esas pertenecen a su secreto mundo del que solo podemos imaginarnos algo desde este lado del cuadro.

Si quieres una información más detallada sobre el tipo de restauración realizada puedes ver pulsando aquí un vídeo previo a dicha restauración y pulsando aquí otro posterior a la misma.

NOTA: La imagen mostrada en esta entrada corresponde al cuadro antes de su restauración.